Si cuando este blog “funcionaba” tenía cuatro o cinco lectores, a los que estaré eternamente agradecido, después de un año de silencio es lógico pensar que esto no lo va a leer ni Perry Mason.
Es por ello que no voy a invertir ni una línea en explicar por qué dejé de escribir mis mierditas y por qué vuelvo ahora con ellas. Por lo que sea.
Del tirón al meollo, a la almendrica, a lo que vamos: os voy a contar una triste historia.
Resulta que el otro día me encontré a Javi (nombre inventado para mantener el anonimato de mi amiguete, que es real) y lo vi francamente mal. Ojeras, cabizbajo, arrastrando los pies, manos en los bolsillos. El lote completo del que anda más bien fastidiado.
Como podrás comprender, Mari Carmen, me interesé por las razones de su bajona. ¿Drogaína, depresión, divorcio, una mezcla de todo esto?
Pues no. Javi había montado un bar unos meses antes. Y la experiencia fue un desastre para él. Ha terminado arruinado, sin amigos, con varias denuncias y con un sentimiento de frustración horrendo.
¿Y eso? Cuenta, cuenta (le dije).
Pues todo iba bien, co (Javi es maño, como yo). Me abro el bareto y me pongo a funcionar. Las croquetas ricas, las cerveza fría, el café potente. Ya sabes. Bien todo.
La clientela no tardó en llegar. Bastante gente de oficinas por las mañanas al cafelito, buenos vermús al mediodía y por la tarde-noche buen ambiente, bocatas, tapas y de tó (Javi tiene ascendencia de Jaén).
¿Y entonces? (pregunté).
Pues que vino una inspección, co (sic). Y resulta que no tenía la salida de humos bien instalada, los baños de mujeres eran demasiado pequeños, las cámaras no enfriaban suficiente para los de sanidad, la mayonesa no sé qué, la cafetera no sé cuántos… Un berenjenal muy serio.
¿Pero cómo te pudo pasar eso? ¿No leíste la normativa?
Pues tal cual, co. ¡Para qué me voy a leer todo eso, nene! Yo llevo toda la vida detrás de la barra y mi cocinero hace unas croquetas de escándalo. ¡Qué más dará si la salida de humos es más ancha o más estrecha!
…
En ese momento sólo pude cerrar la conversación de manera educada y continuar con lo mío. No tenía ningún argumento de apoyo que ofrecerle a Javi, que es buen tipo pero, honestamente, pelín torpe. Hay momentos en los que uno sólo puede esbozar media sonrisa, desearle ánimos a la otra persona y salir pitando. Básicamente es lo que hice.
Menos mal que en educación esto no pasa. Menos mal que, aunque seas docente y no te hayas leído las tres últimas leyes educativas nadie te dice ni mus. Menos mal que, aunque sigas erre que erre con tu temario, calificando la actitud (ese 20% de toda la vida) y mandando deberes a cascoporro ningún director/a, inspector/a o quien sea te podrá decir nada. Menos mal que muchos inspectores educativos parece que andan como tú, sin leerse las tres últimas leyes. Menos mal que lo que dice el libro de texto es lo que va a misa y lo demás es secundario. Menos mal que el mensaje de que la tecnología, los proyectos y el trabajo en equipo son el demonio cala fácil entre las familias. Menos mal que, con decir que no estás a favor de la LOMLOE porque patatas, todo lo que hagas después está perfectamente justificado.
Menos mal.

Porque si un día se ponen a exigir en educación lo mismo que a Javi cuando se montó el bar no sé qué pasaría. Motín.
Una amiga docente, a la que admiro y a la que no voy a citar porque está retirada de las RRSS (y con razón), me decía que ya era hora. Ya era hora de tener una ley como la LOMLOE, mejorable, como todo, pero con una mirada más que interesante en la educación de 2022, en el rol de la tecnología, en las destrezas y competencias y, especialmente, en las estrategias didácticas y pedagógicas a aplicar en el aula.
Insisto: mejorable.
Pero estoy muy de acuerdo con mi amiga. Se trata de una oportunidad estupenda para darle un empujón a nuestro sistema educativo y mejorar, ya no tanto en PISA, como en la percepción que nuestro alumnado tiene de su vida académica. Una oportunidad de recuperar la motivación de nuestros estudiantes, de que se involucren más en su aprendizaje, de que trabajen su creatividad y en equipo.
Y sí, querido docente que no lees las leyes educativas. La nueva ley (como la anterior, por cierto) implica dejar de dar la turra con contenidos descontextualizados durante el 80% del tiempo para hacer cuatro ejercicios repetitivos del libro de texto en clase y mandar doce más para casa. Implica diseñar situaciones de aprendizaje (que NO son las actividades de toda la vida) y proyectos (que NO son las actividades de toda la vida). Implica evaluar por criterios y no por lo que me sale del higo.
Termino, Mari Carmen, que te estoy dando la misma turra que los docentes “mitemario,mitemario”.
Conversación de equipo educativo en primaria:
_ Jo, ahora no se puede calificar la actitud. Algo nos tendremos que inventar.
_ Pues sí. Igual podemos meter el porcentaje de actitud en el del cuaderno. Lo ponemos al 40% y listo.
_ ¡Ahí le has dado!
Mátame, camión.
Me ga encantado la analogía! Me ha venido a la cabeza un chiste que publiqué en mi blog hace unos años… https://www.applejux.org/2016/07/acerca-de-la-capacidad-de-improvisar-del-docente-contemporaneo/
Jajajaja! Me encanta tu post! Gracias por el comentario, Christian. Abrazo fuerte.