En la primera etapa de este tu blog, escribí un par de entradas sobre las aventuras y desventuras de mis tres descendientes en el sistema educativo. Básicamente, como contaba en la primera, mi intención era contar mis miserias. La puedes leer aquí.
El confinamiento fue una locura a todos los niveles y la reacción del sistema educativo muy variopinta. Desde docentes que decidieron que era un buen momento para cobrar durante unos meses el sueldo Nescafé (que no hicieron nada, vaya), hasta los que se dejaron la piel intentando, con más o menos éxito, seguir adelante y superar los muchos obstáculos que se presentaron en el camino.
Prometí una season chú en mi segundo post sobre mis hijes (aquí lo tienes, por si le quieres echar un ojo), pero no llegó el curso pasado, sino que lo hace ahora.
Ladies and gentleman, season chú.

Como en las buenas series, aquí viene un recap:
La pandemia mal.
Los docentes que nos tocaron, en su mayor parte, mal o muy mal.
La organización de los coles, mal.
La comunicación con estudiantes y familias, mal o muy mal.
Esto fue así. Sin más. Aséptico. La tecnología se usaba de manera muchas veces errónea y ninguno de los docentes de mis tres retoños se planteó, ni por un segundo, cambiar su metodología o estrategia. Al menos, eso es lo que vimos desde el lado oscuro de la pantalla (el de las familias).
Fundido a negro.
(Música ligeramente ominosa)
Cartel: dos cursos más tarde… ¡Season chú!
Pongámonos en situación: dos años desde la pandemia. En aquel encierro los docentes aprendimos la tira sobre tecnologías, Classroom, mail y demás. Unos cracks.
Tenemos la LOMLOE. Que parece una revolución en sus planteamientos metodológicos, pero que abunda en lo que ya planteaba la LOE, eso que conste.
Y uno podría pensar que las miserias que vivieron mis minions ya habrán tocado a su fin, y que estarán ahora en un ambiente de aprendizaje rico y motivador, con propuestas interesantes y significativas y un método de evaluación acorde a los nuevos tiempos y…. Oh, wait!
Pequeña hace ya sexto.
Básicamente, la metodología de su docente (como no es año LOMLOE ya si eso, tal) consiste en explicar vainas (las partes de la planta, el predicado, la geometría…) y poner deberes como si no hubiera un mañana. De todas sus asignaturas. Para mañana. A pastar.
Va a toda leche, porque si no no le da tiempo de terminar el temario. Dice que los está preparando para secundaria…
¡Sujétame, Mari Carmen, que pierdo el oremus!
Dos historietas para que se vea el nivel del asunto:
Uno. El centro decide que los estudiantes van a participar en un concurso de redacciones navideñas que organiza no sé quién. ¡Yupi! Como veo que os apetece hacer esto (probablemente porque hay un hueco para la creatividad, por una vez) y yo no tengo tiempo, pues lo hacéis en casa. Para asegurarme de que no se escaquea nadie, lo pongo obligatorio y para nota.
Y dos. La gripe y otros virus han tenido a media clase en casa de lunes a jueves. El viernes hay programados dos exámenes (sí, de la misma docente). Todo el seguimiento de los estudiantes enfermos ha sido un mail a las familias para indicar qué ejercicios había de deberes. El viernes, de manera absolutamente magnánima, La Señora (Pequeña le llama la Señora) decide poner solo uno: el de sociales. Deja el de mates para la siguiente semana. ¿Hola?
Y es que no hemos tenido suerte con La Señora, la verdad. Pero es que hay tanto tan parecido por ahí…
Pero pasemos a mediano. Tercero de la ESO. Año LOMLOE. Situaciones de Aprendizaje, proyectos, evaluación formativa y criterial, seguimiento individualizado del estudiante….
JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA.

No diré más.
Y Mayor. Mayor está muy bien. No es coña, Mari Carmen. Te lo explico.
Resulta que se ha matriculado en un grado medio de FP. Y ha sido como entrar en otra dimensión. El tutor, en la primera reunión del curso, nos explica cómo tratan de ayudar a todos sus estudiantes, en lo académico y en lo personal. Cómo, aunque de vez en cuando den la turra, priman el trabajo práctico sobre el teórico. Cómo, ante cualquier atisbo de problema, se van a poner en contacto con las familias para trabajar juntos.
Y la lágrima va cayendo, tibia y hermosa, por el rostro del padre emocionado, que recobra la esperanza en el ser humano y piensa que, quizás, la extinción de la raza humana no sea la única salida, que aún hay esperanza.
Resulta que tengo a Pequeña abrumada, a Mediano desmotivado y a Mayor, contra todo pronóstico, yendo al IES con ilusión y afirmando que aprende cosas.
Y yo, docente de FP desde hace diez años, que pensaba que la diferencia entre la secundaria y la formación profesional era el currículum… Pues no. La diferencia está en cómo miramos a nuestros estudiantes. Ni más, ni menos.