la digievolución del currículo

Qué tiempos estos que corren, Mari Carmen. Quién nos iba a decir que estaríamos en esta situación con nuestras vídeo llamadas, nuestros formularios online y nuestras plataformas digitales. Y lo bien que lo hemos hecho, oye. Prueba superada!

Pero claro, llegará septiembre. Y ya hay voces autorizadas (como las de Toni Solano o Fernando Trujillo y muchos otros) que hablan del currículum como obstáculo y no como herramienta. No es nada nuevo en estos dos ni en muchos otros, pero ahora, la idea de que hay que adelgazar el currículo, está cobrando más fuerza que nunca. Porque, claro, el curso que viene va a ser tirando a raruno.

La mitad del alumnado (si tenemos suerte y aulas grandotas) en clase y la otra mitad… la otra mitad…. mira, Mari Carmen, pues donde quepan. En el comedor, el gimnasio, el laboratorio, los pasillos o en casa. O en un edificio cercano. O en el parque. No, que en el parque no hay wifi.

Y ojo, que las autoridades educativas dirán que no pasa nada y que se puede hacer lo mismo en esta situación dantesca que en cualquier año normal y que los profes somos héroes sin capa y que ya, si eso, tal.

Más o menos como lo que han hecho en Andalucía o Extremadura con las instrucciones de apertura para el 18 de mayo: estimado equipo directivo, dispone de una semana para preparar su centro y dejarlo bien hermoso, limpico y ordenado para acoger al alumnado. Euros? Nop. Materiales de protección o marcado de zonas? Nop.
Pero oiga, no quería usted autonomía de centro? Pues dos tazas. Si no pasa nada raro es lo que harán en septiembre: abandonar al cuerpo docente a su suerte.

Pero perdona, Mari Carmen, que me voy del tema. El currículo.

Pues eso, que no es muy complicado de entender que el año que viene va a ser un jardín y que abarcar esa insensatez que tenemos como guía para nuestro trabajo va a ser imposible. Que si en un curso normal el que más o el que menos suda tinta para cubrir los estándares, criterios o resultados de aprendizaje (lo que te haya tocado en la lotería educativa), el curso que viene no vamos a llegar ni de cogna.

Y aquí se impone explicar lo de la digievolución. Todo lo que viene ahora, hasta nuevo aviso, está basado en una percepción personal, vista a través de los ojos y la experiencia de mi mujer (maestra de primaria) y de mis hijos (ya sabes, Mayor, Mediano y Pequeña). Tampoco esperes referencias a leyes o reales decretos o a publicaciones sesudas. Te voy a contar lo que creo yo. Luego me dices en los comentarios o en Twitter si estás de acuerdo conmigo y aprendemos juntos.

Pues bien, el currículo español de cualquier etapa (excluyo aquí la universitaria, que con Bolonia tienen bastante, y la de infantil, que es la etapa mejor desarrollada del sistema educativo de lejos) ha ido digievolucionando estos últimos años. Para los que no sois de Pokémons, Digimones y demás, un digievolución implica que un bicho inventado, a través de un proceso extraño (a veces directamente aleatorio) se convierte un un bicho inventado más grande y poderoso.

Y esto es lo que lleva pasando en España, delante de nuestras narices, los últimos 15 o 20 años. Nos vamos a PISA, nos pintan la cara de colores, volvemos para casa y tomamos medidas. Dos:

1. Vamos a meter más cosas.

2. (Consecuencia directa de 1) Vamos a meterlas antes.

Y metemos un montón de contenidos (hablo aún de las épocas medievales de los contenidos, procedimientos y actitudes) y adelantamos cosas y presionamos al sistema educativo a ver qué tal. Lo que se daba en cuarto, a tercero. Lo de tercero a segundo. Es fácil, oye.
A PISA otra vez.

Ups.

Pues oiga, que no ha ido muy bien… Espera, que vamos a copiar sistemas que funcionan. Competencias básicas!!! 

Yupi! Lo tenemos! 

Oye, quitamos contenidos? Chico, ya que están… Déjalos. Así las editoriales sólo tienen que poner una separata en los libros con información sobre competencias y listo.

Y esto se va repitiendo a lo largo de los años, en una serie de nefastas digievoluciones que nos han traído hasta aquí. Y no hablo del confinamiento ni del distance learning. Hablo de tener un sistema educativo que no funciona, que tiene una tasa de abandono escolar brutal y que consigue, como gran mérito, tener descontentos a los docentes, al alumnado y a las familias. Olé!

Y ese bicho inventado que es el currículo se va convirtiendo en un bicho inventado cada vez más grande y poderoso, que va chupando las energías y la motivación de alumnos y docentes por igual y que nos roba a todos lo más preciado que tenemos: las ganas de aprender.

(Perdón por la frase soy-gurú-educativo-cuqui-con-barba, pero es que lo creo así).

Y ahora, la pregunta del millón? Llegará el Ministerio de Educación o alguna Consejería y pegará un puñetazo en la mesa y un recorte? 

Risa me da sólo pensar en una respuesta a esto.

Y los docentes? Se negarán a seguir trabajando en condiciones lamentables, defendiendo postulados indefendibles?

Ay que me da!

Me viene a la cabeza una frase que uso a menudo: que todo cambie para que no cambie nada. Leyes educativas, instrucciones y medidas aparecen y se van. Suelen llegar con mucho ruido y suelen irse calladitas. Todas prometen grandes cambios y nunca cambiamos nada.

Qué pena.

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